Para este juego no importan las edades puesto que tanto adultos como niños suelen jugarlo.
Para ello, un número indeterminado de adultos establece una serie de órdenes para que los pequeños las cumplan y podían ser recados o mandados falsos.
Por ejemplo, ir a una casa y decir que su hermana le está esperando en la plaza o que alguien le llamaba por teléfono (cuando en realidad no es así) al tiempo que cantan la siguiente canción:
- ¿Qué manda la orden?
- Lo que yo le mande
- Y que manda usted
- Que vayas a casa de la Tía…
- Y le digas…
La gracia está en observar la reacción de la persona engañada, sobre todo si sale corriendo de su casa hasta donde estaban los adultos que han dado la orden.
Aunque hay unos que otros que se enfadan, este juego siempre ha sido causante de muchas risas.