Este es un juego de antaño típico de los 70 y 80 donde se sorteaban tres papeles, para quien hiciera de Virgen, otro de Demonio y otro de Colorera, quien se encargaba de asignar en secreto los colores del resto de los niños, quienes permanecían sentados en la barra durante el juego.
La Virgen y el Demonio iban pidiendo colores a la Colorera y ganaba quien acertaba más colores.
Quien acertara, repetía hasta que fallaba y perdía el turno.
El truco de la Colorera era buscar colores extraños que fueran difíciles de acertar, de esta manera el juego se prolongaba durante un buen rato, de hecho, a veces terminaban el recreo y todavía no se habían acertado los colores.