Se trata de otro juego/travesura donde, a partir de las once, se tocan los timbres de casa ajenas y luego se sale corriendo para ver las reacciones de los propietarios.
Éstos a veces salían de las casas detrás de los niños y estos se escondían o corrían delante de ellos.
Si los atrapaban solían llevarse un buen susto y un regaño.